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ABC CORDOBA 14-01-2012 página 15
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ABC CORDOBA 14-01-2012 página 15

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC SÁBADO, 14 DE ENERO DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA MOCKBUSTER Todo tiene un aire entre cutroncio y terminal que no sabemos si nos da más grima o más risa E N elargotcinéfilo, seconocecomo mockbusters aesaspelículasdeargumentoarchisabido y actores de recuelo que imitan las superproduccionesenboga, conlaesperanzaderebañar las migajillas de su éxito y hasta de confundir a los espectadoresmás despistados. En realidad, estaargucia del mockbuster es mucho más antigua que el propio cine; y en España la cultivamos desde hace siglos, porlomenosdesdequeeléxitodelAmadísdeGaula propició un enjambre de mockbusters o secuelas chungasqueCervantesparodióenelQuijote (aunquea su vez tendría que padecer el mockbuster o secuela chungadeAvellaneda) Eltalentohispanoparalasecuela chunga es incomparable; y en esta fase de la historia mirahaciaAmérica, dondesecuecenlastendencias: sacanlosyanquisunanoveladepachangasesotérico- religiosas y enseguida tenemos en España una caterva de bodrietes pululantes de templarios, sábanas santas y conspiraciones vaticanas; sacan los yanquis una serie de televisión de forenses o médicos de urgencias o fugascarcelarias, yenseguidatenemosenEspañaunacaterva de imitaciones casposotas; y así sucesivamente. Laúltimamuestradeltalentohispanoparael mockbuster nos lo brinda el pugilato que se han montado lossocialistas, a modo de secuela chunga de las primarias republicanas en Estados Unidos. En este mock- buster castizo todotieneunaire entrecutroncioyterminal que no sabemos si nos da más grima o más risa; pero sin duda lo que lo convierte en un auténtico guilty pleasure es la naturaleza de los contendientes, rescatados ambos de la escombrera y empeñados en aparecer ante nuestros ojos como edificios de nueva planta, con tan sólo darse una mano chapucera de pintura en la fachada llena de grietas y desconchones. Chacón ponecara dequerercomerseelmundoyRubalcabadisimula la cara de acabar de vomitarlo; pero ambos sabenensusadentrosquehansidoexpulsadosdelconvite, después de haberse pulido hasta las servilletas, y estacerteza íntimahacequesus postulaciones tengan un no sé qué de empresa patética y mendicante que sólo puede mover al alipori. Los intercambios verbales de Chacón y Rubalcaba exhalan un humorismo involuntariamente fúnebre, como el de esas parejas de cómicoszarrapastrososquesalenenlaspelículasdeÁlex de la Iglesia: -Tenemos que recuperar la confianza en nosotros mismos para que la gente recupere la confianza en nosotros- -dice Rubalcaba, son su aire de blasillo de Forges pasado por la trituradora de las elecciones recientes. -Nuestra batalla no es contra ningún compañero, sinocontralaresignación- -diceChacón, consuairede autómata zapateril con ínfulas castrenses. Y también- A lo único que tiene que temer el PSOE es al inmovilismo. ¿Noresultaconmovedor? Estaproyeccióndelosestados anímicos propios mediante el uso del plural impersonal tenemosque... nuestrabatalla... hacede la contienda un espectáculo de una comicidad a la vez lastimosa e irresistible; y uno tiene que hacer grandes esfuerzos para contener la risa, echando mano de ajena. Consejo que Chacón se pasó por el forro deldisfrazdeandaluzasobrevenidaquesepusoenOlula del Río, cuando- -para no defraudar su condición de autómata zapateril- -repitió la frase de su mentor: -Seguimos siendo el partido que más se parece a España. Frase que, viendo el estado de postración de los socialistas, deja chiquito aquel soneto de Quevedo: Miré los muros de la patria mía... UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO DERECHO Y JUSTICIA Un conflicto entre Derecho y Justicia provoca un cortocircuito moral. Es imposible no pensar que han ganado los malos C MÁXIMO UANDO la Justicia entra en conflicto con el Derecho se produce un cortocircuito moral que enciende la chispa social del desaliento. Pocos casos pueden, en ese sentido, resultar tan perniciosos para el crédito del sistema como el de Marta del Castillo, en el que la culpabilidad de un crimen de gran impacto emocional queda diluida en el entramado de un nudo garantista de difícil comprensión popular. La oleada de descontento que ha provocado la sentencia deja en la opinión pública un sentimiento de impunidad irreparable. Y aunque los jueces poco más hayan podido hacer que constatar la impotencia de la investigación para esclarecer el asesinato, la ocultación y la eventual violación de la víctima, lo que queda es la patente demostración de un enorme fracaso. De una injusticia. Es imposible no pensar que han ganado los malos. El asesino confeso recibe una pena a todas luces insuficiente y sus presuntos cómplices quedan en libertad. La desaparición del cadáver y su envoltura en una sofisticada malla de declaraciones contradictorias- -obra de alguna maléfica mente jurídica o de un perverso cúmulo de casualidades- -han imposibilitado la práctica de pruebas fundamentales y limitado el sumario a la mera evaluación de testimonios y de algunos indicios de insuficiente peso para fundamentar una condena. La investigación policial fue tardía- -se perdieron unas primeras horas cruciales- -e incompetente. El juicio ha sido un circo televisado en prime time. Y el tribunal ha valorado con excesivo garantismo el posible delito de daño moral a los familiares de la joven desaparecida, amparando el derecho del reo a ocultar datos incriminatorios y desatendiendo el de las víctimas al consuelo de un duelo digno y de unas certezas elementales. El resultado es un profundo sinsabor, una amargura desoladora, un despropósito incontestable. Lo peor del caso es que su gran damnificado, después de la víctima y sus deudos, es el principio de la presunción de inocencia, base del sistema democrático de protección jurídica. El fallo judicial colisiona de lleno con el veredicto popular ocasionando una peligrosa fractura de confianza. Ha quedado demasiado en evidencia la ineficacia de policías e instructores para obtener siquiera un relato verosímil de los hechos y un dato cierto del paradero del cadáver. La imagen de todo el aparato de justicia y de seguridad del Estado a merced de un puñado de rapaces tan cínicos como desaprensivos provoca una indignación irreparable. Pero por discutibles que resulten algunos de sus criterios e interpretaciones, no es la sentencia el problema mayor de este peligroso desajuste, sino el desarrollo desquiciado de la instrucción y la pesquisa. Al final, por una u otra causa, ante los ojos de todo el país queda una familia devastada, un crimen semi- impune, unos malhechores victoriosos y, sobre todo, una justicia desbaratada.

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