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ABC CORDOBA 11-12-2004 página 100
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ABC CORDOBA 11-12-2004 página 100

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100 Los sábados de ABC SÁBADO 11 12 2004 ABC COLECCIONISTAS DE TIEMPO (Viene de la página anterior) (antes se hacía con la llave) y tiene la patente. Esta casa tiene, para algunos modelos, lista de espera pues sólo hay 600 puntos de venta en todo el mundo y lo tiene todo vendido. Su fabricación anual no pasa de los 30.000 relojes, treinta veces menos que la casa Rolex, por ejemplo. Pero el reloj es también un arma de seducción. Así ha sucedido con ejecutivos, diseñadores y financieros de las nuevas generaciones de todo el mundo industrializado, que han convertido esta pequeña maquinaria en el arma de presentación de sí mismos. Las marcas les apasionan y tienen un modelo para cada ocasión, y una correa para cada tiempo, porque la correa en el reloj es fundamental. Una pieza importante y de platino siempre va con correa de cuero. Las de acero o las de caucho son para relojes deportivos, por aquello de que el agua no las estropee, porque la correa es algo delicado y con fecha de caducidad. El reloj también tiene su tiempo, pues no es lo mismo la mañana que la noche, como no es igual un modelo para ir a una fiesta que otro para participar en una regata. En las regatas, el Rey y el Príncipe llevan modelos que, sin querer, ponen de moda. A la Reina le gusta el Swatch los relojes que, sin proponérselo, han puesto de moda alguno modelos, porque hoy llevar el reloj que Don Juan Carlos utiliza para la Copa del Rey está al alcance de muchos que, con él, se sienten como un rey. Ya hay estuches y mecanismos especiales para guardarlos y que no dejen de funcionar. Don Juan Carlos, por ejemplo, tiene su propia rueda para meterlos, el mismo sistema que utilizan las manufacturas relojeras, lo que les permite estar continuamente moviéndose para que no se paren. Al Príncipe Patek Philippe es una marca emblemática que tiene algunos modelos con lista de espera de Asturias le entusiasman los relojes y el día de la boda llevaba un Breitling, que, a tenor de los relojeros, al ser un modelo deportivo, no era el más adecuado para un tipo de ceremonia como esa. Algo sentimental tendría ese reloj cuando Don Felipe lo llevaba. A la Reina también le gustan y tiene varios modelos de alta gama, aunque últimamente se ha vuelto una forofa de los Swatch y sus originales modelos. Le encantan. Los royal marcan moda Véanse los ejemplos del Rey y del Príncipe, entusiastas de Cada reloj tiene un destinatario: hay modelos para deportistas, aficionados al lujo, locos de la precisión... Los modelos de pedida Los años pasan volando, pero las tradiciones permanecen. Qué lejos ha quedado aquel reloj de pedida con malla de oro y de vestir que tan elegantemente lució en su muñeca el caballero español de los setenta. Regalar un reloj al hombre por el compromiso matrimonial sigue siendo una tradición en muchas familias, incluida la Real, que, sin pretenderlo, pusieron de moda una marca determinada en el intercambio de obsequios que recibieron de las Infantas en sus compromisos matrimoniales. El tiempo pasa y los modelos varían, pero la moda relojera de alta gama sigue apuntando a modelos clásicos. Sin embargo, y como aseguran los relojeros, hay un sector de clientes a quienes les gusta picar en los trabajos de los diseñadores y firmas como Gucci, Versace, Armani, Dior, Calvin Klein o Hugo Boss, que han sucumbido a los encantos del reloj y los han incorporado a su colección como un complemento más del vestir. Hasta la revista Playboy ha patentado uno con su marca. Hay relojes de todos los precios, pero las grandes marcas son caras. Por ejemplo, el modelo más barato de un Patek Philippe cuesta de 7.000 a 8.000 Mercado de segunda mano En la relojería hay un coleccionismo clarísimo, pero en la adquisición de un modelo también imperan otros factores, como el de darse el gustazo de satisfacer un capricho personal, algo muy normal en el hombre que, coches aparte, sólo tiene tres tipos de caprichos conocidos: plumas, relojes y gemelos. De todos, el reloj es el máximo exponente de sus antojos, según afirman los anticuarios. Y lo es en sus dos vertientes: el reloj antiguo, que suele ser de alta gama, y el moderno de diseño y marca. También afirman los anticuarios que la afición por los relojes empezó con el automatismo y que a los coleccionistas de hoy les encantan los modelos mecánicos, de cuerda o automáticos, pero nunca los de cuarzo. Eso sí, cada vez quieren tener un reloj de gama más alta. Sin embargo, el que no es coleccionista a la hora de la compra se inclina por piezas de marca muy conocidas y estéticamente bonitas, porque en los relojes como en todo hay modas: a veces se llevan extraplanos y elegantes, y otras gordos y grandes. Hay un amplio e interesante mercado de segunda mano en anticuarios o en tiendas especializadas, a las que acuden para vender los que Glashütte. Por su necesitan, de repente, dinero o los armazón, puede que quieren deshacerse de una llevarse como de pieza vieja para adquirir otra más pulsera importante. A. Lange Söhne, modelo Doble Split, en platino, con correa de cocodrilo. Su precio es de unos 82.500 euros Rolex en oro amarillo con 32 diamantes y esfera de nácar. Cuesta 23.495 euros euros. El más caro es el Stard Caliber 2000, que viene en una cajita con cuatro relojes que cuestan seis millones de euros (han leído bien) Pero adquirir un buen reloj ya no es sólo un problema de dinero. Si los primeros clientes de los relojes Cartier de pulsera fueron en EE. UU. los Rockefeller, los Ford o los Vanderbilt, que pagaban en metálico, hoy una pieza de esta emblemática casa, o de cualquier otra, puede estar al alcance de quien quiera, porque hasta los relojeros han sucumbido a la venta a plazos. Basta con extender varios talones a diversas fechas (forma bastante habitual en joyería) sacar la tarjeta de El Corte Inglés en tres plazos y sin recargo o solicitar al Banco un crédito personal (que está a la orden del día) para llevarse a casa el último capricho. Además, la incorporación de la mujer al trabajo ha generado un mercado de lujo importante, porque es el reloj un símbolo externo de elegancia. Ellas ya compran para ellos, y son muy exigentes.

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