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ABC CORDOBA 13-05-2004 página 7
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ABC CORDOBA 13-05-2004 página 7

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC JUEVES 13 5 2004 Opinión 7 JAIME CAMPMANY Cualquier persona que vaya por la vida con los ojos bien abiertos sabe que el político hace casi siempre lo que decide su mujer LA CUOTA FEMENINA NSISTO en este asunto, aunque la insistencia no pertenece a mi costumbre, porque cuantas más vueltas le doy a ese proyecto socialista de las cuotas fifty fifty de mujeres y hombres en los cargos políticos, más aspectos disparatados le encuentro. Me viene a la memoria una parienta mía que parió seis hijos, todos varones. Ella habría deseado un mejor reparto de género. Si la prole se hubiese resuelto tres a tres, mi parienta habría sido feliz. Pero no tuvo la precaución de enviar a la Divina Providencia a dialogar con María Teresa Fernández de la Vega, y todos los cargos filiales de su familia fueron ocupados por maromos. Cuando ya el menor de los seis mozalbetes había cumplido los quince años, la madre se quedó embarazada con la ilusión de que llegara una niña. Al menos una de muestra, ya que no de cuota. Todavía no había llegado el invento de esa ecografía que te anticipa el sexo del nasciturus. La ilusión por parir una meona se le murió a mi parienta el día del parto. Llegaron dos, y los dos con arracada en la entrepierna. El invento que permita decidir el sexo de los hijos le llegará irremediablemente tarde. Queda condenada para siempre a que sus encargos filiales tendrán que desempeñarlos políticos del mismo género. Bueno, pues lo que dice ella para su consuelo: Que se fastidie Zapatero Los machos, y no las hembras, somos los que debemos estar agradecidos al proyecto de los socialistas de hogaño. Porque dentro de muy poco tiempo, y en vista de la irresistible ascensión de las mujeres en todos los órdenes de la vida y en todos los sectores del estudio y del trabajo, además de su creciente esfuerzo por demostrar que todo lo hacen mejor que nosotros, tendríamos que ser los hombres los que pidiéramos a grito una ley de cuotas. Yo creo que incluso deberíamos conformarnos con un cuarenta por ciento de los cargos. O menos, a negociar mediante el diálogo. Pero, bueno, con un cuarenta por ciento de diputados, ministros, subsecretarios, directores generales, presidentes de Comunidad, alcaldes, etcétera, podríamos darnos con un canto en los dientes. De todas formas, vivimos en pleno desequilibrio, y con la cuota del cincuenta por ciento la balanza se inclinará escandalosamente a favor de las mujeres. Tendrían las hembras dos posibilidades de decisión, una vez por ellas mismas, y la otra por lo que mandan sobre el marido. Cualquier persona que vaya por la vida con los ojos bien abiertos sabe que el político hace siempre, casi siempre o muchas veces lo que decide su mujer. Yo no soy persona pedigüeña, y menos aún con los políticos. Pero si alguna vez he pretendido de un político algún pequeño favor sin importancia- -otros no quiero- -no lo he pedido a él, sino a su mujer. Y puedo jurar que, no una, sino todas las esposas de políticos, me han respondido de igual manera: Dalo por hecho Bueno, pues lo daba por hecho, y, coño, salía. En cambio, tengo para mí que la peor manera de obtener un favor de alguna señora política es la de pedírselo a su marido, compañero sentimental o pareja de hecho. Pasan los días, y, coño, nada, que no sale. I DARÍO VALCÁRCEL Según la Cruz Roja Internacional, la práctica de la tortura en Irak no era excepcional desde el verano pasado. En Afganistán hay expedientes por vejaciones desde 2002. El descubrimiento es devastador para Estados Unidos RUMSFELD DEBE DIMITIR L Congreso americano pide luz. Lo que se declare secreto será sospechoso y se filtrará. Según la Cruz Roja Internacional, la práctica de la tortura no era excepcional en Irak desde el verano pasado. Su descubrimiento es devastador para Estados Unidos. Las torturas por parte de policías militares, la CIA y las empresas privadas de seguridad se extienden a Afganistán. Hay 25 muertos por malos tratos. Cunde la suposición de que si el New Yorker y la CBS hubieran callado, Bush y Rumsfeld habrían callado también. El jefe del Estado Mayor, general Myers, llamó a la CBS invocando su patriotismo, locual es vergonzoso. El informe del general Taguba, en cambio, es esclarecedor: improvisaciones, falta de formación de la policía militar, ligereza impropia de un ejército. Recordemos: según la Tercera Convención de Ginebra, 1949, son prisioneros de guerralos miembros de fuerzas armadas capturados por el ejército contrario. También las milicias, siempre que cumplan cuatro condiciones: tener un responsable, contar con una bandera, llevar armas abiertamente y aceptar las leyes de la guerra. Los prisioneros no pueden ser sometidos a tratos degradantes ni a tortura física o moral. No pueden ser intimidados ni sometidos a privaciones para obtener información. Merecen respeto a su persona y a su honor. Se consideran milicias los habitantes de un territorio que, ante la proximidad del invasor, toman las armas para combatirle, aunque no hayan tenido tiempo para constituirse en ejército regular. Hasta aquí la Convención, firmada por 148 países, entre ellos Estados Unidos. Sólo tenemos espacio para cinco notas. Primera, la indisciplina: Rumsfeld habrá de hacer frente a lo que comienza a desvelarse. Porque estamos, en términos militares, ante un problema de indisciplina. El ejército es una cadena de mando y el mando debe responder por todos: este precepto ha distinguido a EE. UU. Segunda, la E defensa del derecho: si se impusiera el desprecio a la ley, sobre todo en tiempo de guerra, pronto se instalaría la anarquía. La defensa del derecho obliga a todo gobernante, sobre todo al primero del mundo. Bush nos ha acostumbrado a sus marrullerías, a su falta de firmeza en los conceptos, excepto en el concepto de protección a sí mismo. Se descubre ahora que los primeros expedientes por torturas a prisioneros afganos datan del verano 2002. ¿Por qué la opinión pública no ha conocido esos abusos hasta ahora? Tercera, el grado de abyección. Prisioneros encapuchados, en pie sobre un cajón durante horas, aterrorizados, con perros que ladran alrededor y atacarán si caen. Prisioneros a los que se impide dormir durante días. Parodias sexuales. Descargas eléctricas en manos, sienes, testículos. Privación de alimentos, palizas, sadismo, violaciones. Más de 2.000 fotografías. Cuarta, daño a un pueblo que tardará en perdonar. Millones de árabes conservarán en su memoria la imagen del pobre fantasma encapuchado, brazos en cruz, sobre un cajón, cruzado de cables eléctricos. Del mismo modo que las imágenes de Auschwitz perseguirán a los alemanes durante siglos, la desconfianza árabe y el horror americano se extenderán. Quinta, daño a Estados Unidos. Los soldados americanos querían ser recibidos como libertadores: hoy vemos entre ellos a los torturadores. No es un genocidio como el de Ruanda. Los muertos apenas llegan a 30.000. Pero han sido causados por la nación que dice defender los derechos humanos. América se apoyaba en el respeto a la ley. Queda en duda la estabilidad (o inestabilidad) del hegemón. El daño es incalculable. Rumsfeld, piensan muchos, debería dimitir ya. Bush podrá perder en noviembre. Pero el problema es más profundo. Nos asomamos a un abismo en el que conviven Hitler, Stalin, Pol Pot... Pero hay una diferencia decisiva: hoy las fotografías dan la vuelta al mundo en minutos, segundos.

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