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ABC CORDOBA 13-01-2004 página 17
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  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC MARTES 13 1 2004 Nacional 17 CONSTITUCIÓN, NACIONALISMO Y COHESIÓN TERRITORIAL OCHO AÑOS DE AZNAR A TRAVÉS DE LAS PÁGINAS DE ABC UNA IDEA SENCILLA DE ESPAÑA BENIGNO PENDÁS Aznar se ha caracterizado en sus dos legislaturas por la defensa del Estado de las Autonomías vigente en la Constitución ción del nacionalismo vasco, protagonista de una verdadera ofensiva de ruptura y descrédito de la obra política y de convivencia más fructífera que esta sociedad ha conseguido ABC VALIDEZ DE LA CONSTITUCIÓN Hay circunstancias históricas que se refieren a la personalidad de muchas Comunidades, así como a procesos de encuentro entre fuerzas políticas que es necesario integrar y que la Constitución hizo mucho por integrar (10- 3- 1996) España es una nación plural, no una pluralidad de naciones. El Estado de las Autonomías ha significado una apuesta audaz por un orden jurídico- político con mayor intensidad de descentralización que la mayor parte de los regímenes federales (5- 12- 1999) vista el 20 de enero de 2002 cómo el PNV trata de editar un Estella II y de neutralizar al Partido Socialista El PNV empezaba a moldear las bases de lo que ahora es el plan Ibarretxe Con el plan Ibarretxe, de fondo Las elecciones del 12 de marzo de 2000 trajeron a Aznar una mayoría absoluta que recibió como el signo de la madurez democrática de un país que tiene conciencia de ser una nación plural dijo en ABC el 2 de abril. Sin necesidad del apoyo parlamentario nacionalista, pero guiado por el espíritu de diálogo veía al PNV como un caso perdido: Con los partidos nacionalistas hay diferencias: por ejemplo, el PNV está en un camino radicalmente equivocado y, en cambio CiU, está en un criterio cooperador Estella era incompatible con el Gobierno y el PNV no se apeaba. Incluso, fracasado Estella, Aznar denunció en otra entre- ¿Quién se echa al monte? El entendimiento Gobierno- PNV se tornaba ya irrecuperable, más cuando en otra entrevista, el 16 de junio de 2002, Aznar defendía los mecanismos puestos en marcha para ilegalizar Batasuna, con una Ley de Partidos apoyada mayoritariamente por el Parlamento tendente a eliminar las armas políticas de los terroristas. El impulso reciente al plan Ibarretxe por parte del PNV y las medidas activadas por el Gobierno y por la Justicia contra él han sido el fin definitivo de una historia que, si en 1996 se basó en el entendimiento mutuo, ahora ha llegado al límite. Ellos son los que se han echado al monte ha dicho Aznar. La oferta de política autonómica más ambiciosa El 1 de marzo de 1996, a pocas horas de ganar las primeras elecciones del PP, Aznar sostenía en ABC que el diálogo con los nacionalistas debía producirse, pero no a cualquier precio. Por ello pedía comprensión y solidaridad a una CiU que en aquellos días reclamaba la gestión de 300.000 milllones de pesetas añadidos. La oferta de política autonómica que yo he hecho para dos legislaturas es la más ambiciosa que se ha planteado en la España de hoy justificaba Aznar. Por ello hablaba de la oportunidad histórica que se presentaba para sumar y no para restar y de los puntos de encuentro que había entre el PP y los nacionalistas, bien fueran de CiU, del PNV o de CC. El 9 de enero de 2000, antes de conseguir su mayoría absoluta, Aznar mantenía en ABC que en absoluto estamos haciendo una España de dos velocidades en materia de financiación Estamos respetando la pluralidad de nuestro país. Esto es lo que se debe distanciar de cualquier propuesta confusa, bien sea centralizadora, bien sea absolutamente federalizante, que son equivocadas En este camino, Aznar ha albergado serias dudas sobre el proyecto socialista, cuando en el plazo de una semana- -decía el 20 de enero de 2002- -el PSOE al debatir la financiación autonómica, es capaz de votar a favor, de votar en contra, de abstenerse y de no votar. El PSOE da muchos bandazos argumentaba Aznar en contraposición a la solidez del modelo de financiación del PP anó por la mínima en 1996. De forma contundente en 2000. Deja a los suyos al borde del tercer triunfo. En democracia, eso se llama éxito. Cierta algarabía parece anunciar lo contrario, tal vez porque la opinión pública y el universo mediático se alejan de día en día. No es pecado original: lo sufren todas las democracias contemporáneas. Con aciertos y con errores, Aznar convence a la mayoría social. La razón es muy simple: enlaza con un patriotismo natural que se identifica con la España constitucional y deplora la deslealtad nacionalista. Obtiene el premio por esa convicción firme, por un proyecto sin complejos, por la búsqueda permanente de una idea nacional de España. Es una verdad elemental, aunque duela a los ignorantes y a los malvados. La gente quiere a su patria y muchos votan por sentimiento, no sólo por cálculo interesado. La Constitución dice España. Que dejen de darle vueltas los analistas sesudos. El misterio está muy claro: cuanto más gritan en contra, más votos pierden. Perdido el miedo al terror totalitario, se acaban el chantaje de Batasuna, el vandalismo en la calle y la facilidad de ETA para matar. Sin falso pudor en el lenguaje, se han dicho muchas verdades sobre el consenso entre localismo reaccionario y progresismo escaso de raíces. La gente lo nota. Incluso quiere más. Constitución, por supuesto, y pluralismo y modernidad y Europa... pero también España. Ahí mismo, en ese núcleo crucial, se ganan las elecciones con una holgura muy próxima- -acaso superior- -a la mayoría absoluta. El ciudadano honrado perdona defectos, se lamenta de promesas incumplidas, olvida a veces agravios y frustraciones. La clase media española (siempre sólida en valores y ahora próspera por fin) tiene su anclaje moral en una idea de Nación que nunca se ha extinguido. Son tres milenios, decía el maestro Domínguez Ortiz. Así, cualquiera. No se confundan los dogmáticos, ni lo mezclen con fascismos ni nostalgias. Sucede también en Francia, en Inglaterra, en muchos sitios... Se marcha el presidente. A veces áspero y frío, pero siempre convencido y para muchos convincente en la tarea de restaurar una idea sencilla de España. La que comparte la mayoría. Quienes no lo entiendan, ya saben cuáles van a ser las consecuencias en buena ley democrática. G

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